lunes, agosto 29, 2011



Para salir de la crisis proponen crear los Estados Unidos de Europa

Una ministra alemana considera que es la única solución para la situación actual de la eurozona. Las complicaciones del caso.




La libertad de informar

Suplemento especial
El juicio de la revista Noticias vs. Menem por informar sobre su hijo no reconocido. Videos. Fotos.

domingo, agosto 28, 2011




Zaffaroni no zafa


Alfredo Leuco Zaffaroni no zafa

Otra vez la lógica de que, para los amigos, todo. Hechos vs. victimización. Críticas en la Corte.




De eso no se habla
Dante Caputo

El impacto de la caída de Kadafi. Democracias en crisis por la debacle financiera. El peligro de que Estados Unidos se mueva hacia la derecha, de la mano del Tea Party.




LA DOCTORA EUGENIA SACERDOTE DE LUSTIG

Un ejemplo de persona.

El año pasado le hablé de la doctora Eugenia Sacerdote de Lustig. ¿Se acuerda?

http://letraskiltras.ning.com/profiles/blogs/la-doctora-eugenia-sacerdote-de-lustig

viernes, agosto 26, 2011




Pastoral del duelo

"Había pasado 10 años desde la muerte de mi hijo. No tenía a quien echarle la culpa, ni a Dios, ni a nadie y me llenaba yo misma de culpa... Siempre dicía que nunca iba a volver a ser feliz".
"Es bueno dejarse ayudar... El duelo es confusión: no nos deja pensar ni actuar, ya que en la familia estamos todos igual y no nos podemos ayudar. Hay que pedir ayuda" (Susana).

http://www.gruporesurreccion.com.ar/

martes, agosto 23, 2011



Se afianza el mercado local de drogas


Narcotráfico / Efectos del aumento de la circulación y secuestros de estupefacientes.

domingo, agosto 14, 2011




Sebastian Amica


sábado, agosto 13, 2011




Matemos a Grondona

Por Edgardo Martolio (*)

viernes, agosto 12, 2011






La honra del apellido

Junio 03 2010 | Alfredo Leuco

Anoche Pinky me contó la conmovedora historia de Julio de Caro. Su padre, don José, era un músico clásico orgulloso de su formación cultural pero que despreciaba la música popular. En la calle Defensa , a 20 cuadras de la Casa Rosada , instaló un conservatorio y un anexo donde se vendían instrumentos musicales y partituras.

Don José había diseñado para su hijo Julito un destino de médico y de gran concertista de guitarra. Pero el pibe, con los atorrantes del barrio y de pantalones cortos se escapó una noche al Palais de Glace a ver la orquesta de Roberto Firpo y quedó fascinado. A la madrugada, todos gritaban que toque el pibe, que toque el pibe y él también porque un tango se llamaba así. Hasta que un amigo le dijo: ”es a vos Julito, la gente pide que toques vos.” Recién cuando apoyó el violín contra su cuello su cuerpito frágil dejó de temblar como una hoja. La música maravillosa que produjo hipnotizó a todos con su belleza.

Cuando Julito regresó de madrugada lo estaba esperando su padre que lo castigó a vivir una semana en un rincón y a pan y sopa. Julito metió violín en bolsa. Su corazón se desgarraba ante cada reto de su padre que insultaba a esos vagos que tocan esa música bastarda, esas melodías prostibularias. Pero la magia del tango ya se había metido para siempre en el corazón de Julio de Caro.

Un día, el tigre del bandoneón Eduardo Arolas lo invitó a tocar en su orquesta y ese fue el final. Otra madrugada el padre de Julio lo esperó detrás de la puerta y lo echó de su casa: “Usted elige mocoso, la medicina, la guitarra y el concierto o esa porquería que toca con el violín. Usted me ha traicionado, ha deshonrado mi apellido”. Y Julio se fue vencido de la casita de sus viejos. Durante 20 años le envió cartas a su madre que nunca fueron respondidas.

Después de mucho sacrificio y pasar grandes privaciones económicas, Julio empezó a triunfar en todo el mundo. Les mandaba a sus padres los recortes de los diarios que hablaban de su genialidad y nada. Ni una línea a vuelta de correo. Por eso su mirada siempre estaba triste pese a que su crecimiento profesional fue caudaloso. El presidente Marcelo T. de Alvear se declaró su admirador.

De gira por Europa una noche tocó en un palacio de Niza ante cientos de bacanes. Alguien se levantó de su mesa, elegante con su smoking tan lustroso como su cabello y dijo: “Así como me reciben a mí les pido que reciban y escuchen a Julio de Caro”. Un presentador de lujo: era Carlos Gardel. Enseguida uno de los bailarines le pidió que repitiera el tango “El Monito”. Y luego otra vez. Y otra. De Caro no podía negarse a ese pedido de Charles Chaplin.

¿Qué extraño misterio arrabalero hacia disfrutar al genio de Chaplin de esa letra que dice “mi pebeta ya se fue/y nunca volverá/Tal vez irá rodando al cabaret/ buscando en su dolor,/ alivio de champán/olvido a mi desdén”. De Caro después tocó para el Aga Khan, para el príncipe de Gales, y fue pasión de multitudes. Se convirtió en un artista inmenso que marcó para siempre con su identidad la música de Buenos Aires. Pero sus padres seguían sin aparecer y la llaga de su corazón seguía abierta.

Paloma Efrom, Blackie, cantó en su orquesta. Edmundo Rivero también. En 1937, n adi e quiso perderse el regreso triunfal de Julio de Caro al Teatro Opera.

Después de varias ovaciones, Julio se quedó un tiempo largo en el camarín esperando que se fuera el público para poder salir tranquilo. Pasaron dos horas y salió caminando por el pasillo del teatro apenas alumbrado por pequeñas lucecitas rojas. De pronto vio difusa dos figuras que se recortaban en la penumbra. Eran sus padres. Don José se acercó temblando hacia su hijo y después de 20 años le dijo, sin tutearlo: “Vengo a pedirle perdón. Usted hace una música de ángeles”. Y no pararon de llorar en un profundo abrazo. Julio de Caro en el medio de un reportaje que le estaba haciendo Pinky, con los ojos llenos de lágrimas, le dijo: “Viste que yo no deshonre el apellido, no lo deshonré”.

Me lo contó Pinky anoche. Y moría por contárselo a ustedes.


miércoles, agosto 10, 2011




La honestidad política, un valor determinante

por Prins, Arturo

Sería razonable que nuestros políticos situaran el valor de la honestidad por encima de la astucia, valor supremo en la Argentina, según Borges. [Leer el artículo completo] Leer más →





Editorial: La ausente ejemplaridad

por Consejo de redacción

El sujeto de la vida social no es el Estado sino la sociedad, con su pluralidad de intereses y su libertad. Una mejor articulación entre sociedad civil y Estado podría ayudar a mejorar a este último. [Leer el artículo completo] Leer más →


martes, agosto 09, 2011




Alfredo Moffat

Psicólogo social, psicodramatista y arquitecto argentino. Terapista de crisis.
Nació en 1934 y es considerado uno de los discípulos predilectos de E. Pichón Riviere.
Participó en la fundación de la Escuela de Psicología Argentina.
La negación de la edad es una tontería. Yo tenía miedo a esta etapa que empieza después de los sesenta años. Ahora, que más o menos estoy instalado en ella (tengo setenta y siete años), me doy cuenta que se me ha simplificado la vida, y la mayor parte de las cosas que antes me preocupaban, ahora creo que son boludeces, pero quedó lo esencial: el amor, los hijos, la justicia social, la solidaridad (y también el dulce de leche y la crema chantilly…)

Esta edad no está tan mal, el tema de la muerte siempre angustia, pero yo creía que iba a ser peor. Es una tontería hacerse el pendejo, fíjense si tuviera que ir al gimnasio, sería todo un laburo y no podría gozar de esto de hacerme el filósofo. Cuando cumplí sesenta años hice una fiesta en la Escuela. Y dije: tengo dos caminos, o me convierto en un viejo sabio, o en un viejo pelotudo. Lo último me pareció aburrido. Cuando no asumís la edad, no gozás ni la una ni la otra.


El temor a la vejez hace que la ocultemos, que sea considerada como algo indigno, a ocultar en un geriátrico porque ya no servimos más.


Cuando estuve en Estados Unidos había una actriz que había sido muy famosa, Bette Davis, que ya estaba muy viejita y tenía el rostro con las arrugas del tiempo. Era conductora y tenía un programa muy respetado, en el que podía decir cosas sabias, porque estaba cómoda en esa edad, era creíble.


También en Italia, estando en una plaza de Roma, pude ver que estaban todos los viejitos (los respetados nonos) jugando a las cartas y tomando Cinzano, con gran dignidad, y la gente iba a preguntarles cosas.

Pero en la Argentina, cuando llegás a esta etapa, te meten en un geriátrico y no aprovechan la historia, que es necesaria para construir el futuro.

En el Amazonas no hay jubilación de viejos. Yo fui hace muchos años, de aventurero, con mochila y bolsa de dormir, y ahí estaban los viejitos de la tribu mirando el río Xingú que desemboca en el Amazonas. Y pensé: "Ahí está la biblioteca nacional"... Uno sabía de partos, otro de canoas, otro de plantas medicinales, a ellos los cuidaban mucho, porque eran los transmisores de la sabiduría, no había transmisión escrita (se moría el de las canoas y tenían que cruzar nadando…) Tenían una dignidad como los que vi en la India. Allí, en el proceso de vida, se respetan todas las etapas.


En estos países de la cultura occidental, tecnológica, donde lo que no es nuevo hay que tirarlo, lo mismo se hace con los seres humanos, y eso es una tontería. En la cultura norteamericana todos tienen que ser jóvenes y lindos.


Hay una etapa de la vida en que uno es niño, otra en que es joven, otra donde es adulto y otra donde es viejo. Nosotros atravesamos las cuatro etapas de la vida, si negamos una, vamos a tener problemas. Si se nos niega la infancia vamos a perder la creatividad, si se nos reprimió la adolescencia, vamos a perder la rebeldía.


Lo importante es seguir creciendo, es como pasar por distintas estaciones. En cada una hay que bajarse y tomar el otro tren (son las crisis evolutivas). Algunos se bajan en una y ahí se quedan, no siguen en el viaje de la vida.


La concentración urbana genera la familia nuclear: papá, mamá y uno o dos hijos, donde es tan pequeño el espacio, que no cabe el abuelo, va al geriátrico, después tienen que mandar al nieto a la guardería, pero ¿quiénes son los mejores cuidadores para el nieto? el abuelo y la abuela. ¿Qué mejor maestra jardinera que un abuelo o una abuela? Ambos están fuera de la producción, fuera de la tensión necesaria para la lucha cotidiana, ambos están en el mundo de lo imaginario...


En Santiago del Estero el tata viejo es un personaje muy importante. Es el que sabe la historia de la familia, transmite la información, los agüelos cuidan al gurí, las dos puntas de la vida se complementan.


En nuestro país la vejez está desvalorizada, los viejos son marginados, el cambio social fue tan brusco que su experiencia habla de una Argentina que perdimos, si terminan en el geriátrico, los tratan como chicos, los retan y los humillan, se deprimen y aparecen todas las enfermedades que tienen que ver con las bajas defensas.


En cambio, en las sociedades más sanas, esta es una época muy rica, porque es la de la reflexión, que es parecida al juego y la creatividad, pero ya después de haber visto la película entera y haberla entendido.


La última etapa es lo que se llama la senectud, que a veces tiene un deterioro grave, neuronal, de las funciones mentales. De todas maneras, el final del proceso de la vida, que es la muerte, es un tema negado en nuestra cultura. El final, la agonía, a veces tiene características traumáticas, como algunos partos, al inicio. Los humanos somos todos de la tribu de los "Uterumbas", porque vamos del útero a la tumba.


Se puede estar en cualquier edad, incluso setenta, ochenta años, y el que tiene un proyecto se aleja de la muerte. Eso lo vi en Pichón anciano, él decía: “la muerte está tan lejos como grande sea la esperanza que construimos”, el tema es la construcción de la esperanza. ¿Cómo la podés construir?, si esa historia tiene sentido y se arroja adelante como esperanza.


Padres que no le tienen miedo a la muerte hacen hijos que no le tienen miedo a la vida.

domingo, agosto 07, 2011



Juan Carlos Riquelme en una nota radial, subida a youtube