sábado, septiembre 02, 2006


El Mantel

El nuevo sacerdote, recién asignado a su primer ministerio para reabrir una iglesia en los suburbios de Brooklyn, New York, llegó a comienzo de octubre entusiasmado con sus primeras oportunidades.
Cuando vio l iglesia se encontró con que estaba en pésimas condiciones y requeriría de mucho trabajo de reparación. Se fijó la meta de tener todo listo a tiempo para oficiar su primer servicio en la Nochebuena.
Trabajó arduamente, reparando los bancos, revocando las paredes, pintando, etc., y para el 18 de diciembre ya había casi concluido con los trabajos, adelantándose a la meta trazada.
El 19 de diciembre cayó una terrible tempestad que azotó el área por dos días completos. El día 21 el sacerdote fue a ver la iglesia. Su corazón se contrajo cuando vio que el agua se había filtrado a través del techo, causando que un área considerable del revoque, de unos seis metros por dos metros cuarenta, cayó de la pared del frente del santuario, exactamente detrás del púlpito, dejando un hueco que empezaba a la altura de la cabeza.
El sacerdote limpió el desastre del piso y no sabiendo que más hacer sino posponer el servicio de Nochebuena, salió para su casa. En el camino notó que una tienda local estaba llevando a cabo una venta del tipo “mercado de pulgas”, con fines caritativos, y decidió entrar.
Uno de los artículos era un hermoso mantel hecho a mano, color hueso, con un trabajo exquisito de aplicaciones de bellos colores y una cruz bordada en el centro. Era justamente del tamaño adecuado para cubrir el hueco en la pared frontal. Lo compró y volvió atrás camino a la iglesia. Para ese entonces había empezado a nevar. Una mujer mayor iba corriendo desde la dirección opuesta tratando de alcanzar al autobús, pero finalmente lo perdió El sacerdote la invitó a esperar en la iglesia donde había calefacción, por el próximo autobús que tardaría 45 minutos más en llegar.
La señora se sentó en un banco sin prestar atención al pastor mientras este buscaba una escalera, ganchos, etc., para colocar el mantel como tapiz en la pared. El sacerdote apenas podía creer lo hermoso que lucía y como cubría todo el área del problema.
Entonces el miró a la mujer que venía caminando hacia él, desde el pasillo del centro. Su cara estaba blanco como el papel. “Padre, ¿dónde consiguió Ud. ese mantel?” El padre le explicó. La mujer le pidió revisar la esquina inferior derecha para ver si las iniciales EGB aparecían bordadas allí.
Si, estaban… Estas eran las iniciales de la mujer y ella había hecho ese mantel 35 años tras en Austria. La mujer apenas podía creerlo cuando el pastor le contó como acababa de obtener el mantel. Le explicó que antes de la guerra ella y su esposo tenían una posición económica holgada en Austria. Cuando los nazis llegaron, la forzaron a irse. Su esposo debía seguirla la semana siguiente. Ella fue capturada, enviada a prisión y nunca volvió a ver a su esposo ni su casa.
El pastor la llevó en el auto hasta su casa y ofreció regalarle el mantel, pero ella lo rechazó diciendo que era lo menos que podía hacer. Se sentía muy agradecida pues vivía al otro lado de Staten Island y solamente estaba en Brooklyn por el día para un trabajo de limpieza de casa.
¡Qué maravilloso fue el servicio de Nochebuena! La iglesia estaba casi llena. La música y el espíritu que reinaban eran increíbles. Al final del servicio, el sacerdote despidió a todos hasta la puerta y muchos expresaron que volverían. Un hombre mayor, que el pastor reconoció del vecindario, seguía sentado en uno de los bancos mirando hacia el frente, y el padre se preguntaba porque no se iba.
El hombre le preguntó dónde había obtenido ese mantel que estaba en la pared del frente, porque era idéntico al que su esposa había hecho años atrás en Austria antes de la guerra y ¿cómo podían haber dos manteles tan idénticos? El le relató al padre como llegaron los nazis y como el forzó a su esposa a irse, para la seguridad de ella, y como el estaba supuesto a seguirla, pero había sido arrestado y enviado a prisión. Nunca volvió a ver a su esposa ni su hogar en todos aquellos 35 años.
El sacerdote le preguntó si le permitiría llevarlo a dar una vuelta. Se dirigieron en el auto hacia Staten Island, hasta la misma casa donde el padre había llevado la mujer tres días atrás. El ayudó al hombre a subir los tres pisos de escalara que conducían al departamento de la mujer, toco en la puerta y presenció la más bella reunión de Navidad que pudo haber imaginado.
Una historia real –ofrecida por el Padre Rob Reid- quien dice que Dios trabaja en forma misteriosa. Le pedí a Dios bendecirte cuando rezaba hoy, para guiarte y protegerte según vayas por tu camino… Su amor está siempre contigo, por eso, cuando el camino que estás cruzando parezca difícil en extremo, encoméndaselo a Dios, y El hará el resto.
Pásale esto a aquellos que quieres sean bendecidos por Dios…
Por eso, porque las casualidades no existen, hay una razón que sólo conoce Dios, por la cual te hago llegar este mensaje…

Recibido por e-mail de Patricia Paulenas

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