
La aventura más difícil es la de conocerse a sí mismo. Parece que todos tenemos unas “voces internas” que nos dicen lo que tenemos que hacer: “Tienes que tener un buen trabajo” “tienes que ser el mejor en la empresa” “tienes que vivir la vida intensamente”… cada uno tiene las suyas y probablemente, el camino más difícil sea reconocer la propia voz, aquella que realmente nos conecta con lo que nosotros queremos o deseamos profundamente. Esa voz o ese centro es un deseo profundo, una intención en nuestra vida que está más allá del trabajo, de la pareja o de otros aspectos.
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