martes, febrero 02, 2010

DISEÑO Y RECICLAJE: UNA PAREJA SUSTENTABLE

En el año 2005, Rodrigo Chapero, un joven diseñador industrial argentino, realizó un viaje a Suiza y conoció lo que sería el punto de partida hacia un emprendimiento sustentable. Allí, un bolso hecho de lonas de camiones y cámaras de bicicletas. El concepto lo cautivó tanto que, a su regreso, comenzó a buscar alternativas de materiales desechados. De la mano del fotógrafo y diseñador Lukas Desimone, y gracias a sus contactos en la industria publicitaria, Chapero detecta en banners y gigantografías un material rico en colores y texturas. De a poco, comienzan a realizar muestras y así llega el increíble descubrimiento de que cada producto que nace de este proceso es una pieza creativa única. Y, según nos cuenta él mismo, “de ahí en adelante fue todo muy rápido”. A tal punto que, en julio del año pasado, la cadena norteamericana de noticias CNN publicó un artículo sobre ellos bajo el título “Eco-friendly fashion in Argentina”.

_MG_2305 (Small) Baumm es una empresa que recupera lo que para otros son residuos: aquellos materiales que fueron utilizados previamente como soporte de publicidades gráficas en vía pública, a fin de transformarlos en productos tales como sillones, lámparas, bolsos y, por qué no, parapentes. Una nueva mirada al reciclaje de aquellos productos que, justamente, son difíciles de reciclar, pero que en cambio aportan diseño y creatividad. Pero lo importante para Baumm es lograr que el proceso se realice sin descuidar lo que cada material tiene para ofrecer. Según explica Chapero a Sustentator, “la reutilización de un material como la lona vinílica es mucho más rico si se aprovecha también la imagen que esté impresa sobre ella. Es decir, nosotros no reciclamos únicamente el material físico, sino que aprovechamos todo el trabajo que hay sobre él, para dar colores y personalidad a nuestros productos”. De esta manera, las marcas y rayas propias del uso previo de la lona, resultado de una larga exposición a la intemperie, el sol, el viento y el impacto de piedras, no quitan valor al material. Por el contrario, “le dan al producto una historia, una vida previa: un valor agregado que no quisiéramos perder”.

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