Moses Mendelssohn, el abuelo del músico...
Era un joven que vivía en una ciudad judía, despreciado por el resto de la comunidad por su pobreza y su falta de posibilidades. Sumado a lo familiar, Moses era más despreciado todavía porque había nacido con una deformación en la columna que marcaba en su espalda y en su postura una joroba verdaderamente desagradable. Era muy buen hombre, inteligente, noble, pero no era un tipo exitoso.
Un día, escapando de las persecuciones antisemitas, llega a su pueblo una familia judía bastante bien avenida, con una hija llamada Esther, realmente preciosa. Cuando Moses la ve, queda fascinado y advierte rápidamente que tiene que hacer algo para establecer contacto con ella, para hablarle, para conocerla.
Entonces, encolumnando su vida con su decisión –ya no con su rumbo, sino con su decisión-, empieza a mover contactos, incluso llega a trabajar gratuitamente para alguien que le promete conseguir una manera de contarse con la familia: afinar el piano que estaba en la mansión donde ella vivía. Así consigue Moses entrar en la casa y esa noche lo invitan a cenar. Durante la velada, él se las ingenia para sacar el tema del destino, y entonces se implanta la discusión sobre si existe un destino o si no existe, si las cosas están predeterminadas o si no los están y demás. Moses dice: -Yo no tengo ninguna duda de que la vida está predestinada, sobre todo, con quién uno va a hacer pareja, con quién uno va a formar familia.
Esther lo mira con desconfianza; nunca había pensado siguiera en hablar con alguien que tuviera este aspecto tan deplorable, pero le interesa mucho lo que dice, y le pregunta: -¿De verdad lo crees? -¿Cómo no lo voy a creer? –dice Moses- Me pasó a mí. -¿Cómo que te pasó a ti? Pregunta Esther. Entonces Moses responde: -Antes de nacer me encontré cara a cara con mi ángel guardián y el me dijo: “Una mujer muy buena, muy noble, de gran corazón, Va a ser tu esposa, y con ella vas a tener muchos hijos”. “¿En serio?”, dije yo, “pero por qué esa mujer tan noble se v a fijar en mí... si yo voy a nacer en una familia pobre, sin apellido ni dinero?” Y el ángel me contestó: “Esa mujer se va a fijar en ti porque hay algo guardado para ella también: va a tener una horrible joroba que le va deformar la espalda”. Entonces le dije al ángel: “Una mujer tan noble y tan buena no merece tener una deformación en la espalda, dame a mí la joroba y deja a la mujer libre de ella”.
Cuenta la historia que Esther se caso con Mendelsohn para parir tres hijos, quienes le dieron cuatro nietos, uno de ellos científico y otros tres músicos. Uno de ellos, llamado Moisés, en honor de su abuelo escribió una pequeña sinfonía llamada “El afinador de pianos”...
miércoles, agosto 31, 2005
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