domingo, noviembre 26, 2006

Persisten las causas de exclusión social

Informe de la Universidad Católica sobre la deuda con la sociedad
Los índices de pobreza mejoran por el alza de ingresos, pero no hay alivio para los factores que definen la raíz del problema

La ansiedad había ganado bastante espacio en sus sentimientos cuando, por fin, sonó el teléfono de la casa del barrio porteño de Chacarita. Pedro sintió alegría al escuchar la noticia: había conseguido un puesto de trabajo como administrativo en una empresa constructora y, tras varios meses de estar desocupado, por fin podría contar con un ingreso fijo, mes a mes, para los gastos de su familia.

Marcelo, aun con la traba que sabe que significa contar con pocos años de educación y vivir en una zona marginal, sigue esperando que su búsqueda de trabajo tenga buenos resultados. Mientras tanto, sin disimular su angustia, sigue aceptando pequeñas changas arreglando electrodomésticos; al menos, eso permite que lleguen unos pesos a la billetera. Al menos para hoy... Para mañana, quién sabe...

Las estadísticas oficiales y la propia percepción de las personas muestran en los últimos años una significativa mejora de los indicadores de la realidad social en la Argentina. De la mano de la creación de empleos y del alza de los ingresos, caen las tasas de desocupación, pobreza e indigencia.

Al mismo tiempo, sin embargo, siguen sin dar tregua varios problemas que parecen tener raíz fuerte y que anticipan una salida dificultosa de la crisis para no pocos habitantes de la Argentina: la estructura del mercado laboral muestra muy altos niveles de precariedad y desprotección; existen graves problemas de viviendas para muchos, y hay amplios sectores de la sociedad que no recibieron una educación adecuada para lo que requiere actualmente el mundo del trabajo.

La dualidad

La existencia de esa dualidad entre una mejora dinámica del cuadro social por aumento del empleo y los ingresos, y la inercia de factores estructurales de exclusión -que son signo de la miseria más arraigada- es una de las principales conclusiones del informe del barómetro de la deuda social en la Argentina, que por tercer año consecutivo realizó el Departamento de Investigación Institucional de la Universidad Católica Argentina (UCA).

La encuesta incluyó a 1500 personas en el área metropolitana, Gran Córdoba, Gran Salta, Gran Mendoza, Gran Resistencia, Neuquén-Plottier y Bahía Blanca. El relevamiento no sólo se ocupa de cuestiones materiales; también indaga sobre las emociones personales, desde la perspectiva de que la "deuda social" es el conjunto de privaciones "que hacen a las necesidades del ser personal y del ser social".

El informe sobre la encuesta realizada en junio de este año muestra claramente que el alivio de la crisis socio-laboral deja efectos positivos en la percepción de satisfacción con la propia vida, y en la capacidad de pensar proyectos. Este último dato no llama la atención, ya que difícilmente podría pensarse en el futuro con la heladera hoy vacía.

En este aspecto, hubo una evolución claramente positiva: mientras que en 2004 el 10,8% respondió haber "sufrido hambre", ese índice cayó al 3,8% este año. De todas formas, es aún elevado el porcentaje -39%- de quienes dijeron haber comprado menos comida o de menor calidad. Dos años atrás, el 57,7% había visto influida su compra por la escasez de dinero. Otros porcentajes que cayeron fuertemente son los que indican cuántas personas no tienen ropa o calzado adecuados (cayó del 22,6 al 10,6%) y cuántos no pudieron comprar esos productos (58,8 al 35,6%). Por el contrario, hubo más gente que admitió tener problemas con la vivienda: ese índice pasó del 41 al 43,4 por ciento. Además, el 11,1% dijo estar en una situación irregular en cuanto a la tenencia del lugar que habita.

Por otra parte, si bien se redujo la cantidad de familias con ingresos insuficientes para cubrir sus gastos, el índice es preocupante: 37 de cada 100 hogares sufre ese desequilibrio entre el valor de los bienes que considera necesarios y lo que puede pagar. Y no es menor la observación de que el grupo social que más mejoró en este punto -y también en lo referido a los problemas de vivienda- es el de clase media y media alta, mientras que en el segmento de hogares más vulnerables -calificados así por sus carencias de educación y de vivienda digna-, el porcentaje de insuficiencia de ingresos se duplica respecto del promedio.

Del análisis sobre el mercado laboral surge que son muchos menos los que sufren la falta de empleo respecto de 2004, pero casi no se alteró el porcentaje de quienes tienen una ocupación inestable: el 45,3% respondió que no encuentra un puesto fijo. De todas formas, cayó 10 puntos el índice de quienes no tienen protección social, y la tasa resultó del 42,2 por ciento. Respecto de las condiciones personales para acceder a un empleo, el trabajo muestra un amplio déficit en materia de educación: el 22,5% (un índice similar al de 2004) dice no haber asistido a la enseñanza media, en tanto que casi un tercio de los entrevistados considera que no accede a recursos de calidad para su educación.

Según el informe, elaborado por el economista Agustín Salvia, el déficit de la sociedad en cuanto a las capacidades para el progreso de muchos de sus integrantes no debe atribuirse "a una particular estrategia de gobierno", sino que debe considerarse el trasfondo de tres décadas "de confrontaciones políticas y de decadencia institucional", sin promoción de políticas de inclusión social.

Las consecuencias de ese proceso no sólo están en las realidades que reflejan las estadísticas, sino en otras no tan visibles, como las dificultades para una mejora en la escala social entre generaciones. De hecho, la vigencia de factores de exclusión social "perpetúa y amplía de manera intergeneracional las desigualdades", según destaca el trabajo. Y así, dado que el crecimiento no resuelve las causas de la pobreza, se recomienda el camino de una fuerte planificación, que se proponga modificar, de raíz, la fuerte segmentación de los sistemas productivo y laboral.

Por Silvia Stang
De la Redacción de LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/862147

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