jueves, abril 20, 2006

Sin maquillaje

Por Any Ventura

Hace poco más de un mes, el sábado 11 de marzo, me instalé frente al televisor para ver la ceremonia de asunción de Michelle Bachelet de la presidencia de Chile. Desde el primer momento, cada paso del acto me pareció conmovedor.

Me emocionó la forma sobria y austera con que la presidenta electa se presentaba y saludaba a los ex presidentes Eduardo Frei y Ricardo Lagos. Me interesó el estricto respeto por el protocolo y, al mismo tiempo, la poco acartonada situación.

Me emocionaron las ministras de la mano de sus maridos. Y los ministros de la mano de sus mujeres. De la mano, sin estridencias. Me empecé a preguntar por qué nosotros, los argentinos, no podemos tener una mujer al estilo Michelle Bachelet.

Y a medida que iba pensando se iban aclarando mis ideas. Se me ocurrió que no podemos tener una mujer como Bachelet porque el machismo argentino todavía está muy vigente.

Porque a las mujeres y a los hombres de nuestro país –por lo menos a los que detentan poder– les importa demasiado la mirada del otro. Porque la autoestima está puesta afuera. Porque están más preocupados por la estética que por la ética.

Bachelet parece una tía cariñosa, una profesora o, simplemente, una señora. No es una guerrera. Y, en general, a los argentinos nos gustan las guerreras. Así como a las mujeres de este país parecen gustarnos los machos, a los hombres les gustan las minas: un poco autoritarias, un poco mandonas, un poco gritonas, si es posible con pelo largo, cuanto más rubio mejor, con taco aguja, pollera o pantalón apretado. Con maquillaje. Un poco compadritas, otro poco geishas.

No es el caso de Bachelet, que está donde está por sus méritos y por sus esfuerzos. Porque, a pesar de haber sufrido una tragedia como el asesinato de su padre militar a manos de la dictadura de Pinochet, no es una resentida. Porque no generaliza al hablar de "los militares". Porque sabe perfectamente la diferencia entre un militar democrático y un militar golpista.

Bachelet es una trabajadora de la política y de la vida. Tiene la inteligencia al servicio de lo concreto. Las mujeres que toman decisiones imponen una forma de ser al resto. Y, aunque no lo sepan, tienen una responsabilidad enorme.

¿Por qué nosotros, los argentinos, no podemos tener una Bachelet? Porque para hacer política en Chile, a diferencia de lo que ocurre en la Argentina, alcanza con el talento, la hoja de vida y las ganas, más allá del padrino, del garante. Sólo basta con leer los currículum de los miembros del gabinete chileno.

Porque cuando en nuestro país se habla de mujeres presidentas hay que seguir pidiendo disculpas por el recuerdo de Isabel Perón. Porque muchas de las mujeres que aquí llegan a ocupar cargos de poder lo hacen por acuerdos entre punteros. Porque en la Argentina, para llegar a algún lado, hay que hacerlo a los codazos. Desde una fila de banco hasta un cargo político.

Porque Chile se adecuó a una cultura política de exportación, como sus vinos. Y cuida las formas. Como decía Cesare Pavese, porque a Chile le importa il modo. Los chilenos no aparecen como codiciosos del poder. Trabajan para respetar las reglas de juego. Durante la campaña presidencial no hubo agresiones verbales ni ataques personales.

Lo personal también es un hecho político. Por eso, los chilenos, que son conservadores con relación a la familia, eligieron a una mujer con tres hijos y dos veces separada. Porque hay políticos agnósticos y no lo disimulan.

Porque muchas veces, en nuestro país, un vocero es alguien que hace más equilibrio para ocultar que para comunicar. "Yo reunía todos los pecados capitales: socialista, hija de mi padre (un general de la aviación que murió luego de las torturas recibidas en una cárcel de la dictadura), separada, no religiosa", dijo ella.

En la Argentina es prácticamente inviable una mujer como Michelle Bachelet, porque aquí no hay un presidente que después de seis años de gobierno se vaya con aplausos, con el setenta por ciento de aprobación ciudadana y con una mirada de estadista sobre su país. Es prácticamente inviable una Bachelet porque aquí no hay un hombre como Ricardo Lagos.

* La autora es periodista
http://www.lanacion.com.ar/797251

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