miércoles, octubre 05, 2005

Las patentes de los autos y el "entrenamiento" matemático

Pueden hacerse maravillas con los números y no pocos desastres también. Basta recordar el cambio de sistema de las patentes para los automóviles en nuestro país. La tradicional letra inicial seguida por la serie de números fue reemplazada por la combinación de tres letras y tres números. Como en el sistema anterior, la primera letra debía identificar el lugar de origen de la patente, las dos letras y los tres números restantes debían combinarse de tal manera que permitiera diferenciar todas las patentes. ¿Cómo se hizo entonces?

El hecho es que la cantidad de combinaciones posibles que dos letras y tres números ofrece es 676 mil posibilidades… y un problema. Sólo en la provincia de Buenos Aires hay más de 676 mil automóviles…Esto quiere decir que el sistema no alcanzaba para otorgar una patente a todos los autos.

Habían lanzado un sistema sin considerar el número de posibilidades que éste permitía. Razón que los obligó a “liberar” la primera letra. Así, el número de posibilidades ascendió a 17 millones 576 mil pero con la liberación de la primera letra se perdió la posibilidad de identificar el lugar de origen del automóvil.

Conclusión: “a los números hay que pensarlos”. Este ejemplo que cito no es un mero juego. Tampoco es mi interés presentar únicamente la cara utilitaria de la matemática. La clave está en saltar de categoría, cruzar la línea y abrir la mente pero no sólo a la matemática sino a otras formas diferentes de ver la vida.

El secreto no tan secreto de la matemática es su valor como “entrenamiento” para la vida, la posibilidad de aprender a “leer” los hechos de otra manera. No podemos decir “no me gusta la comida tailandesa” si nunca la hemos probado. Primero tenemos que degustarla y después opinar si es buena o mala, si nos gusta o no, si nos cae bien o nos cae mal.

Con la matemática y con muchos aspectos de la vida pasa lo mismo que con la comida tailandesa. No podemos ignorar que existen. Para decidir, primero hay que probar. El gusto se desarrolla, se entrena. Hay cosas que parecen atentar contra la intuición pero al analizarlas de otra manera, al practicar un enfoque diferente se revelan como naturales.

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