AGRO + INDUSTRIA: hay equipo
Son los nuevos dueños del crecimiento, y acaban de cerrar un año espectacular. Sin embargo, campo e industria todavía se miran entre sí con recelo. Retenciones y capacidad instalada. Los números y proyecciones de dos sectores que, si se complementan, pueden generar la mayor sinergia económica de la historia.
El campo y la industria pasaron un año que en los números se podría calificar como espectacular, ya que exportaciones record, cosecha de granos record y producción record los ubicaron como los protagonistas excluyentes de la nueva economía argentina, con un crecimiento sostenido durante los últimos 12 trimestres. Desde agosto del 2002 a este año acumula un 30 por ciento de crecimiento. Este supera el record alcanzado a mediados de 1998, antes de la recesión.De todos modos, ambos sectores se miran entre sí con recelo, y centran sus expectativas para este año en la dirección que tomará la nueva ministra de Economía.
Los industriales son los que cuentan con mejor performance actual ya que tenían un buen diálogo con la ex titular del Banco Nación y además habían recibido un trato muy bueno por parte del equipo anterior que encabezaba Roberto Lavagna.
En tanto, los que bajaron los decibeles confrontativos para ver si mejora su relación con el gobierno de Néstor Kirchner son los sectores agrarios, que ya tuvieron muchos encontronazos debido a las retenciones a las exportaciones y la falta –según indican– de beneficios para ayudarlos a superar la baja en sus márgenes de ganancias. Pese a esta actitud fueron los primeros protagonistas de una controversia coyuntural con el gobierno debido al problema suscitado por la pelea por los precios, y el aumento de las retenciones a exportaciones de carne.
Números. La producción industrial argentina está terminando su tercer año consecutivo de explosivo aumento, luego de haber concluido el 2004 con una mejora del 10,7 por ciento y el 2003 con una del 16,3 por ciento. Para 2005 se espera la confirmación de un porcentual de 7,9.
En el campo la cosa también es importante, ya que se incrementaron en forma muy elevada los terrenos dónde se desarrolla la industria y la producción debido a la cosecha record de 80 millones de toneladas de granos.Un informe del IERAL, de la Fundación Mediterránea, estima que la actividad agrícola y particularmente los granos representan "los sectores más dinámicos" de la actividad agropecuaria. Para los especialistas, una economía exitosa requiere una equilibrada articulación de su perfil productivo siguiendo el patrón de sus ventajas competitivas, en donde los diferentes sectores alcancen una adecuada complementación siguiendo las señales del mercado.
Según un informe del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas, –IAEF– en la Argentina la industria manufacturera contribuye con la generación del 24% del valor agregado bruto (medido a precios corrientes) en tanto que agricultura, ganadería, caza y pesca aporta otro 10%. Dos veredas. Pese a esto, y a la igualdad que aparecen en los números, en cuanto se los señaló como los motores de la economía, desde ambos sectores se muestran reacios a compartir la gloria con el otro y se señalan editando una nueva y remozada versión de la "guerra entre el campo y la industria" que acompaña al país desde principios del siglo XX cuando la industria comenzó a socavarle el terreno al campo.
Así se desarrolla una "guerra fría" que no es admitida por ninguno de los contrincantes pero que los mantiene alertas en la búsqueda de nuevos aliados, y –especialmente– hacia donde miran las autoridades con planes de apoyo y beneficios.En los últimos dos años, los que más se han quejado son los sectores del agro. "Se hizo una devaluación demasiado alta para premiar a la industria argentina ineficiente", dijo a Fortuna Osvaldo Simiele, director general de la Sociedad Rural Argentina, y agregó, tajante: "El campo está totalmente desprotegido y es el motor de la economía nacional".
El tema central entre los hombres del agro son las retenciones que les aplica el Ministerio de Economía, sin fecha de expiración. En ese sentido, Simiele reconoce que el campo ganó mucho dinero con el dólar y además considera razonable y saludable que se hayan tomado medidas para favorecer a los más necesitados."Lo que no consideramos razonable es la habitualidad del método. Como eventualidad está muy bien, pero como habitualidad es perjudicial porque los precios nuestros se quedaron o bajaron, pero los insumos fueron subiendo. Esto quiere decir que la brecha de utilidad es cada vez menor. Esto es lo que vemos como contraproducente, como el impuesto al cheque y otros impuestos distorsivos que se aplican. No queremos que las quiten de golpe, que haya gradualismo".
Los argumentos de Simiele no difieren del resto de las entidades agrarias que reclaman medidas urgentes para bajar la carga de sus hombros. Hace tiempo, Confederaciones Rurales Argentinas lanzó una dura crítica contra el ex ministro de Economía Roberto Lavagna al señalar que "una política de dólar alto, con retenciones a las producciones agropecuarias, constituye una ecuación insostenible, que induce a tensiones insoportables en nuestra economía". Sólo en retenciones, los dirigentes agrarios señalan que su sector ya colaboró, en lo que va del año, con al menos $ 14.500 millones para el superávit fiscal.
Según el vicepresidente de la CRA, Néstor Roulet, "la producción primaria está subsidiando a la industria. Eso lo hacen en base a las retenciones". Además subrayó que debido a las retenciones "Nosotros vendemos a un dólar a $2,30. El dólar alto no nos sirve de nada. Las ventajas las tienen las industrias de sustitución de importaciones".
Lo cierto es que este año algunos factores afectaron a la siembra como a la rentabilidad de la misma. Otro tanto tuvieron los productores de carne. A raíz de la caída de precios y la suba de costos se redujo este año la siembra de cereales. Por ejemplo, en cuanto a fertilizantes ya tuvieron que soportar un 100 % de aumento, ya que la marca más conocida pasó de u$s 200 la tonelada a 400.
Visión industrial.
Por su parte, desde la visión industrial la confrontación no existe; lo que hay es una visión distinta de un modelo de país agro exportador o productor de manufacturas. Por ejemplo, para el titular de la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires, Raúl Lamacchia, "no debe existir un enfrentamiento, ya que los dos deben complementarse, es muy importante el valor agregado" a la producción primaria.Lamacchia agregó que "los enfrentamientos surgen cuando hay intereses sectoriales enfrentados" y resaltó que "se debe fijar una estrategia de acercamiento entre ambos sectores".
El dirigente industrial subrayó que "las retenciones van para los dos sectores", y dijo que "no podemos ser un país agro exportador; únicamente hay que consensuar los modelos económicos para el país". En sintonía con esta explicación, el vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Ignacio de Mendiguren, también dio por tierra con la idea de un enfrentamiento. "Se acabó la dicotomía campo-industria", indicó a Fortuna y agregó que "la Argentina necesita la complementariedad de ambos sectores", uno como el campo concentrado en el sector externo y la industria en el mercado interno. El industrial recordó que en Europa por ejemplo la industria aporta aproximadamente u$s 1000 millones de diarios para apoyar al agro, en circunstancias muy distintas a la Argentina. Además, existen ejemplos muy importantes de cooperación, como la fabricación de maquinaria agrícola, la producción de pollos y un caso muy importante de galpones desmontables para pollos, de los cuales ya se exportaron 1000.
Enemigo común.
El problema que más argumentan y en el que coinciden los hombres de campo y de la industria es que aún es muy difícil acceder al crédito para realizar las inversiones que se necesitan para llevar adelante un proceso de crecimiento. Uno de los problemas que aqueja al campo son las deudas contraídas antes del tiempo de las vacas gordas y ahora se hacen impagables con las altas tasas que les piden. "El Banco Nación no le hace ninguna quita a los productores agropecuarios, le refinancia la deuda con intereses del 18 por ciento.
Entonces hay dos Argentinas: una le hace quita a los acreedores externos y la otra de los productores agropecuarios endeudados que no nos premian con nada", indicó Simiele.Además, para la industria existe una gran incertidumbre por el cuasi agotamiento de la capacidad instalada y la falta de financiación que existe para pegar el salto de inversión que les permita producir al ritmo y necesidades que requiere un aparato industrial moderno con un gran nivel de exportaciones.
Los últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos muestran que la capacidad instalada de la industria está en un 73,5 por ciento de utilización y que faltaría una fuerte inversión de parte de los industriales para aumentar la capacidad de producción nacional, ya que una gran parte de la misma estaba preparada para una baja producción, no al nivel que actualmente requiere la industria. Algunas de esas industrias ya casi están al 100%.
El principal reclamo empresario es la imposibilidad de incorporar tecnología y maquinaria de última generación debido a la falta de financiamiento. "Hay que poner el foco en la inversión. Aumentar la capacidad instalada", dijo De Mendiguren, y subrayó que el desafío del 2006 es "consolidar el rumbo a través de mayor inversión" para destrabar los cuellos de botella de una economía que crece al 9 por ciento y que si sigue así puede batir su record de crecimiento de los últimos 100 años.
Entre las posibles soluciones, algunos empresarios coinciden en que debería crearse un banco de desarrollo que financie inversiones de riesgo para las industrias, ya que no ven al Banco Nación cumpliendo este rol, y menos a la banca privada. Apuntando a estas falencias el gobierno anunció nuevas líneas de crédito por u$s 1.500 millones que estarán destinadas a financiar inversiones productivas, con el objetivo de incrementar la oferta de bienes y atenuar las presiones inflacionarias.El anuncio fue hecho por el presidente Kirchner, junto a Miceli y al flamante presidente del Banco Nación, Ricardo Lospinnato.
Los reclamos sectoriales son muchos, pero llama la atención uno que aún no tuvo respuestas claras, que es la importación de bienes de capital usados, específicamente maquinaria tanto agrícola como vial. Esta es una gran pelea que viene dando la Cámara Argentina de Importadores de Bienes de Capital (CAIBIC), cuyo presidente, Miguel Angel Dousdebés, explicó a Fortuna que para promover las inversiones "habría que permitir que las pequeñas y medianas empresas puedan adquirir bienes de capital usados en el exterior". El problema es que algunas reglamentaciones en la importación de este tipo de materiales (por ejemplo, grúas, excavadoras) obliga a los compradores a adquirir equipos nuevos o con muy poco uso que son muy caros y que en algunos casos ni se fabrican en el país. Según Dousdebés, "una grúa nueva cuesta un millón de euros y una usada 200 mil". Algo llamativo con la cantidad de obra pública proyectada.
Palabra oficial.
El secretario de Política Económica del Ministerio de Economía, Oscar Tangelson, señaló que "uno tiene que tomar en cuenta que en una historia de la Argentina donde hemos tenido enfrentamientos de distinta naturaleza, la construcción de espacios comunes es uno de los objetivos fundamentales que debemos tener" y destacó que para acercar a los sectores existe el Consejo Federal de la Producción, cuyo propósito fundamental es ver como construir un país diverso.
Como respuesta a por lo menos algunos de los reclamos, el Presupuesto Nacional para el 2006 enviado por el Ejecutivo al Congreso marca una nueva tendencia a, por lo menos, escuchar a los sectores que tanto reclaman como los del campo.En ese sentido, uno de los puntos indica que la formulación de políticas del sector primario demandará $ 108,5 millones, un 43,3% más que el año anterior. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se llevará 387 millones, 56,6% más, y el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), 299,8 millones, un 74% más. Esta es la gran queja del campo que señala a varios sectores como receptores del supuesto "proteccionismo" oficial, como son por ejemplo la industria automotriz, la de electrónica, juguetes y zapatos. Además señalan a los productores de pollos.
Futuro.
El desafío para el futuro es primordial para que ambos sectores sigan en pujando por el control del motor económico del país. Además, los desafíos son crecer y actualizarse. "Hay que modernizarse y perder el miedo a hablar de las cosas que han hecho otros países con respecto a su campo", dijo Simiele y recordó el ejemplo de Australia, dónde siguieron el camino del campo de la agroindustria y la agro alimentación. De Mendiguren aportó en el mismo sentido que "el país debe aprovechar el escenario positivo con el que cuenta" y que "hay que encontrar el equilibrio que permita el desarrollo social".
Aunque no se descartan las ventajas que ofrecieron los problemas climáticos en Asia, Europa, EE.UU. y Brasil, favorecieron a la Argentina, los expertos creen que no se puede dejar de preparar políticas a largo plazo que acompañen el crecimiento de ambos sectores.
En el gobierno creen que en el país aún el consumo es insuficiente y mantienen la fe en tener un tipo de cambio alto que haga competitivos a los productos nacionales. Finalmente, para el IAEF, de cara hacia el futuro, el sector agrícola "está sujeto a la variabilidad de precios y al clima", y "para la industria manufacturera el desafío es generar un shock de inversiones significativas para lograr un incremento sustancial de su producción sin que surjan cuellos de botella".
Seguramente estas tendencias se consolidarán en el futuro, pese a las oscilaciones que implique el ciclo económico internacional, y lo más probable es que ambos sectores –aunque no quieran– deban jugar en el mismo equipo para lograr mantener su función en el desarrollo argentino.
De la Revista Fortuna
viernes, enero 06, 2006
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