martes, enero 03, 2006

Entrevista de monseñor Eduardo Vicente Mirás, arzobispo emérito de Rosario, al Diario rosarino "La Capital", publicada en la edición del 2 de enero de 2006 .

El ex arzobispo de Rosario, Eduardo Mirás, reprobó la violencia verbal del gobierno nacional, repitió su percepción de una falta de distribución real de la riqueza del país y alentó una pronta mejoría en las políticas salariales, de previsión social y de salud. El prelado, quien hasta la asunción del nuevo arzobispo designado por el papa Benedicto XVI, José Luis Mollaghan, será administrador apostólico de la arquidiócesis, instó a la concordia y a "renovar el deseo de diálogo" como único camino hacia la paz.

-¿Le preocupa la actitud del gobierno nacional de querer imponer siempre su voluntad y de criticar a quien no piensa igual?
-La médula de la pregunta me parece que tiene dos partes: una es el deseo que pueda tener todo gobernante o todo político de que su idea siga adelante; eso es legítimo, cada uno tiene una manera de pensar y si está convencido de que es la verdad, hará todo lo posible para que esa idea llegue a la práctica y se pueda desarrollar en la sociedad. En cambio la segunda parte de la pregunta, con respecto al derecho a la crítica, y a veces crítica despiadada a quien piense en contra, eso me parece que no está bien. Cada uno tiene el derecho, yo diría más que el derecho, el deber de defender aquello que cree en conciencia que es la verdad y entonces así como un grupo político piensa una cosa, otro grupo puede pensar de otra forma legítimamente. Esto no es motivo para rencillas, ni para peleas, ni para descalificaciones de uno a otro. Tendría que ser la manera de exponer cada uno lo propio en una auténtica actitud de diálogo para contemporizar en un mundo plural, con el pensar de todos, sin herir a nadie. Toda actitud que sea agresiva hacia los demás me parece que no está bien.

-¿Cree que se sigue distribuyendo injustamente la riqueza del país?
-Yo creo que no hay distribución de riquezas y esto es injusto. Siempre expresamos esto porque se ha hecho una muletilla y por eso tal vez no reparamos en lo que estamos diciendo; y es que cada día hay un número menor de gente rica, pero mucho más multiplicada su riqueza, y un número mayor de gente pobre y pobres que van pasando a la exclusión. Esto implica que la riqueza no está distribuida, siempre hay un grupo que recibe mucho, mucho más de lo necesario, y otro grupo que no recibe nada o recibe muy poco. Y esto sí creo que es fundamentalmente tarea del gobierno. O sea, aparte de que cada uno de nosotros por su propia condición humana tiene que pensar en los demás, sobre todo pensar en el pobre y hacer todo lo posible por el pobre, la tarea del gobierno es actuar a través de medios, como impuestos y otras cosas, para equilibrar y hacer equitativa la distribución de la riqueza. Por ejemplo, que haya mejores sueldos, mejores jubilaciones, todo este tipo de cosas que le darían un poco más de desahogo a la sociedad. Fundamentalmente crear fuentes auténticas de trabajo, como le hemos llamado nosotros al trabajo en blanco. Que el ser humano tenga todo aquello que con su trabajo merece, como las buenas condiciones jubilatorias o como las condiciones adecuadas de salud para el que trabaja y para el hogar. Todo esto tiene que lograrse a través de la ley. La Argentina lo había logrado en un momento. Lamentablemente, en la historia, en el pasado reciente, hemos perdido todo esto.

-¿Cuál es su percepción en materia de salud pública?
-Hay mucha gente que no tiene ningún resguardo médico y otros tienen unos resguardos que yo no sé si son para reír o para llorar. Uno se encuentra con personas ancianas que tienen algún problema de salud y tienen que pedir número, asistir con ese número varias semanas después, y allí le dirán cuantas semanas después le harán un análisis; y si se tiene que operar, en qué año lo van a operar y quién sabe si lo operan. Tratar de arreglar lo más rápido posible todo esto es obligación de la sociedad entera y del Estado, como autoridad en la sociedad.

-Usted dice que la riqueza directamente no se distribuye, ¿observa cotidianamente esta realidad?
-Creo que lo observamos todos en la sociedad. A veces uno piensa que ahora hay más movimiento comercial, que la gente anda comprando cosas; a lo mejor hay una pequeña mejoría, pero eso se ve en un grupo de la sociedad. Hay otra sociedad, y es la inmensa mayoría de la sociedad, que ni siquiera para las fiestas puede hacer algo especial y siempre tiene que estar viviendo de la limosna. Y esto no es digno. Debemos tener actitud solidaria y ayudar, cuando hace falta, con bienes, con comida o con lo que fuera. Esto es algo que debe quedar en lo temporal. Hay que buscarle una solución digna, para que las personas con su propio trabajo puedan tener todos los bienes necesarios para vivir con dignidad.

-¿Cuál es su mensaje para los fieles?
-Mi mensaje va a ser el de siempre: busquemos la paz, busquemos la concordia. Tenemos que renovar nuestro deseo de diálogo con todo el mundo, respetar el modo de pensar de los demás. Cada uno desde su visión piensa: fulano, mengano o el otro están equivocados, pero aun así respetemos lo suyo, dialoguemos, tratemos de exponer la verdad, no usar la verdad como un palo para pegarle a nadie, sino como una realidad auténticamente bella que, expuesta, va a atraer la atención de los otros. El diálogo lleva a la concordia a la sociedad y solamente así vamos a poder tener paz, si no siempre vamos a estar discutiendo, siempre gritándonos unos a otros con todos estos movimientos de violencia que estamos viendo constantemente en lo cotidiano, en lo familiar. En el entorno de cada uno existe violencia. Fuimos creados para ser hermanos, esto es lo importante de decir de parte mía como hijo. Jesús se hizo hombre también para que Dios fuera hermano nuestro, de la misma carne y de la misma sangre de Adán; y nos mostró cómo había que vivir pensando siempre en los demás. A esto debemos llegar con el esfuerzo que esto supone, pero tenemos que tratar de llegar todos.

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