jueves, enero 26, 2006

Iván Petrella: un Dios para los demócratas

Considerado en EE.UU. como una de las figuras más destacadas de la nueva generación de teólogos, Iván Petrella propone una suerte de guía para que los sectores más progresistas norteamericanos no vuelvan a cometer el error de regalarles a los republicanos el campo de la religión

Considerado en los EE.UU. una de las figuras más destacadas de la nueva generación de teólogos latinoamericanos, Iván Petrella ha dedicado buena parte de sus investigaciones al estudio de la Teoría de la Liberación, sus orígenes y su futuro posible. Sus dos libros -The Future of Liberation Theology: an Argument and Manifesto (2004) y Latin American Liberation Theology: the Next Generation (2005)- fueron incluidos en las listas de las mejores publicaciones académicas de sus respectivos años.

Pero si su cara resulta conocida para un público más amplio es porque, además de su labor académica, Petrella es analista de temas políticos y religiosos para las cadenas televisivas Telemundo, Univision y PBT. Este marcado interés por salir de la torre de marfil de la vida universitaria está presente también en un nuevo libro -Dios: manual de uso para demócratas-, que se publicará este año y que se propone como una guía para que los sectores más progresistas del espectro político norteamericano pierdan el miedo a acercarse a la religión. "Después de las últimas elecciones, el cómico estadounidense Jon Stewart decía que los republicanos habían ganado con un discurso de familia, valores y Dios; y que eso era una pésima noticia para los demócratas, ya que es casi imposible ganar una elección en ese país con un discurso antifamilia, antimoral y de culto al diablo", explica sonriendo.

Petrella, doctorado en religión en la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad de Miami, donde vive, cree que el progresismo religioso está en crisis en todo el mundo, pero el caso americano es particularmente interesante. "EE.UU. vive un auge de lo religioso centrado en las corrientes conservadoras del cristianismo. Esas corrientes son hoy la base electoral del Partido Republicano, que arma sus campañas alrededor de un discurso abiertamente cristiano con tendencia a borrar cada vez más la división entre Iglesia y Estado. Y los demócratas responden a esto de tres maneras, las tres muy erradas", sostiene. -¿Cuáles son esas tres respuestas? -La que predomina en el partido es la de evitar hablar de religión y política como si fuera la plaga. Dentro de todas las respuestas posibles, ésta por lo menos emerge de la convicción de que es jugar con fuego. Pero es una postura que fracasa en el mundo real porque significa apelar a un discurso secular que aleja a los demócratas de la mayor parte del pueblo. Y al usar un discurso secular se le entrega en bandeja a los republicanos el campo de la religión. Dios se vuelve republicano. La segunda respuesta es la de políticos que, al ver que con el uso de la religión un adversario les quita votos, saltan con un: "ey, yo también soy religioso". El ejemplo más patético es el de Kerry: cuando le pedían durante los debates que articulara la relación entre su fe y sus políticas, contestaba que él había sido monaguillo, como si eso fuera argumento de algo. Hillary Clinton se ha inventado una tercera posición, que yo llamo "si no puedes ganarles, únete a ellos". Esta posición es mejor que la primera en cuanto a que reconoce que un político en EE.UU. hoy no puede hacer a un lado la conexión entre religión y política.

También es mejor que la posición de Kerry en cuanto trata de encontrar sustancia para los argumentos y no sólo declamar la fe en el poder de la plegaria o decir que se va a misa. Para un demócrata, sin embargo, el problema fatal es que, al adoptar esa posición, se vuelve un republicano. -¿Cómo es eso? -Hillary se reunió hace dos semanas, por ejemplo, con el grupo de judíos más ortodoxos de la ciudad para congraciarse con el lobby pro Israel más de derecha. Por supuesto que Hillary jamás fue anti-judía ni anti Israel, pero sus aliados siempre fueron lo grupos judíos progresistas.

Más sorprendente aún fue su giro de 180 grados respecto al aborto. Quien fue la defensora más emblemática del derecho absoluto de la mujer a elegir, ahora hace comentarios que la acercan a los grupos antiabortistas. Todo esto para acercarse a los círculos evangélicos que son tan poderosos en el sur de los EE.UU. El precio de esta estrategia es, claramente entonces, la abdicación de las ideas propias: el demócrata se vuelve un republicano.

-¿Y, desde su punto de vista, cuál sería la estrategia correcta? -La estrategia correcta sería armar un discurso netamente religioso y progresista para contrarrestar el discurso religioso conservador.

-¿Pero cómo se arma un discurso religioso progresista? -Hay que empezar por desarticular el dualismo simplista del discurso religioso conservador que, en el tema de la homosexualidad, por ejemplo, pone a Dios y la moralidad de un lado y la práctica homosexual del otro lado; y que en el tema del aborto, nuevamente, pone a Dios y la moralidad de un lado y a la mujer del otro lado.

Pero el tema no es tan simple. La postura antihomosexual en Estados Unidos generalmente se basa en algunos pocos versos bíblicos. Pero si seguimos la Biblia tampoco deberíamos comer langosta ni mejillones. Muchos creen que la literalidad bíblica es el gran enemigo del progresismo religioso, yo no creo que sea tan así. La Biblia se ha usado para fundamentar la esclavitud y para abolirla; es un texto que se contradice una y otra vez y que se puede usar para articular varias posiciones, incluso opuestas. Los demócratas podrían aprovechar estas ambigüedades para construir una posición progresista, especialmente en materia económica, donde la Biblia es de hecho progresista. La postura antiaborto tiende a ser más compleja, y en Estados Unidos es contradictoria, ya que los mismos que defienden la vida del feto, en muchos casos, también defienden la pena de muerte.

-¿Cuál es el futuro de la teología de la liberación, tradicionalmente la línea más progresista dentro del cristianismo? -Aunque genera grandes controversias, la teología de la liberación es el movimiento teológico más importante del siglo veinte. Tuvo y sigue teniendo una influencia enorme en el mundo entero, incluso en otras disciplinas. En sus comienzos en América latina, tuvo incluso apoyo del Vaticano. Desde hace tiempo ya ese apoyo no existe; por eso el futuro desarrollo de la teología de la liberación está en manos de los laicos, que no tienen por qué temer las presiones del Vaticano.

-¿Se debería estudiar religión en las universidades y en las escuelas? -No me cabe ninguna duda. En primer lugar, no se puede ser medianamente educado hoy y no tener un conocimiento de las religiones mundiales más importantes. No saber nada del budismo, por ejemplo, no es lo mismo que no saber nada del neoplatonismo. Hoy hay pocos neoplatónicos, pero millones de personas viven sus vidas como budistas. Es un tema de cultura general, pero, insisto, no de cultura general de libros sino cultura general sobre qué creen y cómo viven otras personas. En segundo lugar, gran parte de los conflictos del mundo de hoy tienen un fuerte contenido religioso.

Me resulta inconcebible que programas de estudio de relaciones internacionales o ciencias políticas no tengan por lo menos una materia de religiones comparadas y después otra materia de religión, violencia y paz donde se estudien -de manera conceptual y con ejemplos específicos- las ideas dentro de las distintas religiones que dan lugar a la violencia y las ideas que dan lugar a la paz. La secularización es un mito, reconozcámoslo. El filósofo John Dewey decía que la educación es la emancipación del individuo del accidente de su lugar de nacimiento. El estudio de las religiones es una de las herramientas por las cuales se nos presentan otros mundos y se nos abren otras definiciones del ser humano.

-¿Pero uno puede ir y tomar de cada una de ellas la parte que prefiera? -Generalmente pensamos en distintas religiones como si fueran Estados soberanos que guardan celosamente sus fronteras, como si no se pudiera pertenecer a más de una o usar las ideas de otra sin traicionar la propia fe. Pero las religiones son parte de la herencia colectiva de la humanidad.

Por Juana Libedinsky

El perfil

Teología y Religión

Iván Petrella nació en Buenos Aires en 1969, hijo del ex vicecanciller Fernando Petrella. Estudió en la Escuela del Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown. Realizó un posgrado en Teología y un doctorado en Religión en Harvard. Analista televisivo Actualmente es profesor de Religión en la Universidad de Miami y analista de temas políticos y religiosos. Sus libros sobre el futuro de la teología de la liberación estuvieron en las listas de los mejores textos académicos de los últimos años.

http://www.lanacion.com.ar/774133

No hay comentarios.: