jueves, agosto 10, 2006

La fecundación heteróloga

Marino: Usted ha señalado también la distinción entre fecundación homóloga y heteróloga. El problema es muy discutido. Efectivamente, si el deseo de una pareja de formar una familia no se puede cumplir por causa de problemas de infertilidad o por la presencia de enfermedades genéticas en uno de los dos potenciales padres, ¿por qué no recurrir al semen o al óvulo de un individuo externo a la pareja? ¿No podría representar una solución para lograr aquel deseo de familia? ¿El patrimonio genético cuenta más?

Reflexionando sobre este asunto, mi primera evaluación sería a favor de la fecundación heteróloga, si es el único medio para tener un niño y si para la mujer es importante tener un embarazo. Pero me he enfrentado también con quien sostiene que no es raro que la fecundación heteróloga introduzca un desequilibrio en la pareja entre el progenitor biológico, el que transmite al hijo parte del propio ADN, y el otro.

Algunos estudios publicados en revistas científicas y realizados en países donde se permite la fecundación heteróloga, han evidenciado que se puede efectivamente crear en la familia nuclear un desequilibrio psicológico en favor del progenitor que ha trasmitido al hijo una parte de su patrimonio genético, como si un progenitor fuera de alguna manera más valioso que el otro.
Otra cuestión se refiere a la transparencia: ¿el niño que nace de una fecundación heteróloga debería ser informado? Y, si la respuesta es afirmativa, ¿es justo seguir un curso que puede crear traumas psicológicos, aun cuando nazca del deseo de tener un hijo? Prohibir por ley el recurso a la fecundación heteróloga ¿significa limitar la libertad de los ciudadanos, o la prohibición debiera ser interpretada como una salvaguarda para el futuro de quien vendrá después de nosotros?

Martini: Las objeciones de naturaleza psicológica recordadas por usted están entre los motivos que han impedido a no pocos proceder por la vía de la fecundación heteróloga, aun cuando esto pueda implicar sufrimientos para algunos. Se agrega, desde el punto de vista ético, la protección de la relación privilegiada que con el matrimonio se instituye entre un hombre y una mujer. Sin embargo, mis reflexiones personales también incluyen las situaciones que se crean con las varias formas de adopción y de custodia, donde es posible establecer más allá del patrimonio genético una verdadera relación afectiva y educativa con quienes no son los padres en el sentido físico del término. Por lo tanto, yo sería prudente al opinar sobre los casos que usted trae a colación, donde no es posible recurrir al semen o al óvulo de la misma pareja. Tanto más cuando se trata de decidir la suerte de embriones que de otra manera están destinados a perecer, y cuya inserción en el seno de una mujer, incluso soltera, parecería preferible a su pura y simple destrucción.

Me parece que estamos en esas zonas grises de las que hablé antes, en las cuales la probabilidad mayor está todavía de parte del rechazo a la fecundación heteróloga, aunque quizás no sea oportuno mostrar una certeza que está todavía esperando confirmación y experimentación.

De la Revista Criterio de Julio 2006

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