jueves, agosto 10, 2006

Prolongación de la vida e interrupción del tratamiento

Marino: Relacionado con este tema está el encarnizamiento terapéutico. La tecnología actual es capaz de mantener con vida a enfermos que hasta hace pocos años ni siquiera eran llevados a la sala de reanimación. El progreso científico también permite prolongar artificialmente la vida de una persona que ha perdido toda esperanza de recuperar condiciones de salud aceptables. Por esto parece urgente afrontar el problema de la interrupción de las terapias.
Cada forma de ensañamiento terapéutico debería evitarse porque se opone al respeto de la dignidad humana.

Para la Iglesia, la suspensión de las terapias es considerada como aceptación de un hecho natural, un no encarnizarse más. El Catecismo de la Iglesia Católica dice: ‘La interrupción de procedimientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados respecto a los resultados esperados puede ser legítima. En tal caso se tiene la renuncia al ensañamiento terapéutico. No se quiere de esta manera procurar la muerte: se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si tiene la competencia y la capacidad, o, si no, por aquellos que tienen legalmente el derecho, respetando siempre la razonable voluntad y los intereses legítimos del paciente’.

Existen instrumentos legales, como el testamento biológico, que permiten al propio individuo indicar con precisión, y en un momento de tranquilidad emotiva, hasta qué punto desea aceptar el recurso a terapias extraordinarias. El testamento biológico representa un instrumento muy válido para ayudar al médico y a la familia a tomar la decisión final. Debería basarse en reglas flexibles y señalar también una persona de confianza en condiciones de interpretar la voluntad de ese individuo, teniendo en cuenta los posteriores progresos de la ciencia.

Muchos países lo han adoptado con buenos resultados. En Italia fue presentado un proyecto de ley al Senado hace mucho tiempo, pero todavía espera para ser discutido. ¿No sería el momento de comenzar una reflexión seria y compartida para introducir lo antes posible también en nuestro país una legislación acerca del fin de la vida, es decir, de uno de los momentos más importantes de nuestra existencia?

Martini: El texto citado por usted del Catecismo de la Iglesia católica me parece suficiente al respecto. Si se quisiera legislar sobre este punto es, sin embargo, importante que no se introduzcan brechas para la eutanasia, de la que hemos hablado antes. Por esta razón tampoco estoy seguro sobre el instrumento del testamento biológico. No he estudiado el tema y no sabría dar un parecer decisivo. Sostengo con usted que una reflexión seria y compartida sobre el fin de la vida podría ser útil, siempre que sea justamente seria y compartida y no se preste a especulaciones partidarias y, sobre todo, no introduzca de alguna manera brechas ante aquella decisión sobre la propia muerte que repugna al sentido profundo del bien de la vida, como he dicho antes.

De la Revista Criterio de Julio de 2006

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