miércoles, agosto 09, 2006

Un toque de atención de la Iglesia al Gobierno

Sergio Rubin

La tradicional festividad del patrono del pan y del trabajo se convirtió en una ocasión para que la Iglesia hiciera un toque de atención: las mejoras que exhibe la macroeconomía —más allá de haber superado la gravísima situación de 2001— siguen sin llegar al bolsillo de las capas sociales más rezagadas. Con los cuidados modos eclesiásticos, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, advirtió sobre la per sistencia de altos niveles de desocupación y el escaso poder adquisitivo de los salarios.

Bergoglio habló de "los gritos de dolor provocados por la injusticia". Mencionó específicamente "los del salario retenido, los de la falta de trabajo, que son dolores que claman al cielo". "Los dolores que van con injusticia claman al cielo, porque son dolores que se pueden evitar, simplemente siendo justos, privilegiando al más necesitado, creando trabajo, no robando, no mintiendo, no ventajeando..."

En la homilía de la misa que presidió en el santuario de San Cayetano ante una multitud, Bergoglio insistió saber escuchar el clamor de los sectores menos beneficiados. "¿Cómo puede ser que haya gente que diga que Dios no habla (...) es gente que no escucha a los pobres, a los pequeños, a los que necesitan. Gente —agregó— que sólo escucha las voces machaconas de la propaganda y la estadística (...) y no lo que dice la gente sencilla."

A las palabras de Bergoglio se sumaron las contundentes declaraciones del rector del templo, padre Gerardo Castellano. Este dijo que el trabajo "sigue siendo muy escaso" y que la situación laboral "en algunos casos empeoró". "Cuando una persona dice que estamos mejor —señaló—, nos gustaría preguntarle a quién consultó, porque la realidad muestra todo lo contrario."

Debe inferirse el desagrado que las palabras de Bergoglio habrán causado en el Gobierno. La Casa Rosada suele quejarse por lo que consideran la escasa voluntad de los obispos en reconocer las mejoras operadas por la gestión gubernamental. No hace mucho, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, le reprochó al presidente de la Pastoral Social, el obispo Jorge Casaretto, manejar un diagnóstico social errado.

Pero si algo no puede recriminársele a la Iglesia es la percepción social que tiene, gracias a su red de parroquias, iglesias y capillas de todo el país.

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