miércoles, marzo 29, 2006

Filantropía Contemporanea

El reproche que lanza el economista Jagdish Bhagwati al cantante Bono puede sonar a primera vista injusto. En el Financial Times, el economista indio advirtió al cantante que sus esfuerzos dirigidos a terminar con la pobreza en Africa están mal orientados. Su cuestionamiento podría sintetizarse así: Bhagwati reconoce el valor moral de la iniciativa de Bono, pero no le reconoce valor estratégico. El economista cuestiona la capacidad de absorción de Africa, es decir, la capacidad de usar recursos masivos de manera productiva.

La discusión es, hasta cierto punto, la del huevo o la gallina. Porque si bien es cierto que, en un contexto de escaso desarrollo institucional y educativo, la capacidad de absorción de las donaciones masivas de dinero es muy baja, no se ve cómo podría mejorarse esa capacidad de absorción sin la ayuda misma. A la vez Bhagwati se pregunta si el esfuerzo de Bono no sería más productivo si se orientara a movilizar recursos privados para el bien público, más que recursos gubernamentales.

Aunque, ante la magnitud del problema, probablemente sean necesarias ambas fuentes de recursos, además de recursos no monetarios. Bhagwati cuestiona el enfoque meramente cuantitativo y asistencial. Si bien la asistencia directa juega un rol que no se puede subestimar para aliviar situaciones extremas, la filantropía contemporánea busca ir ahora más lejos: intenta convertirse en un agente de transformación social permanente.

Este debate es aplicable a la Argentina: ¿cuánto de la ayuda directa se convierte en promoción y desarrollo, y cuánto de la ayuda crea paternalismo y dependencia, que son cómplices secretos del statu quo? Las aproximaciones de Bono y de Bhagwati al problema de la pobreza, ¿son modalidades que se excluyen o que se complementan?

Bono no es economista, no es especialista en inversión social, ni es un filántropo con capacidad estratégica. Su rol es hacer ver de nuevo lo que ya está a la vista de todos. En uno se ve la pasión por la causa y en el otro se ve la preocupación racional por la planificación y los resultados.

En realidad, la suma de las dos posturas tiene todos los ingredientes necesarios: ambos acuerdan con el fin, pero uno representa el motor pasional y la capacidad de inspiración masiva, y el otro la inteligencia en la gestión y la búsqueda de convertir las donaciones en agentes de cambio social permanente.

Por Enrique Valiente Noailles, para LA NACION

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