miércoles, marzo 08, 2006

Los dos tercios de excluidos

Por Julio César Moreno Para LA NACION

Una gran pregunta que aflige a la mayoría de los países latinoamericanos es si el crecimiento económico alcanza para reducir el desempleo, la pobreza y la desigualdad o si -por el contrario- beneficia sólo a un sector minoritario de la sociedad, como parecen indicarlo las estadísticas. El ejemplo paradigmático es Chile, que después de 15 años de gobiernos de centroizquierda, empeñados en que el progreso económico fuera acompañado por un progreso social equivalente, logró bajar la pobreza a la mitad, pero no pudo evitar que aumentara la desigualdad, es decir, que la brecha entre ricos y pobres se hiciera más ancha.

Y no es casual que en la reciente campaña presidencial la centroderecha chilena haya puesto el acento en esta cuestión, como tampoco es casual que la presidenta electa, la socialista Michelle Bachelet, se haya propuesto como objetivo principal la reducción de la desigualdad.

En la Argentina se dio el otro día una muy buena noticia: que la economía había crecido un 9,1% el año pasado, confirmando el ritmo ascendente del 8,8% en 2003 y el 9% en 2004. Las perspectivas para este año son un alza del siete por ciento, pese a que el cálculo presupuestario es del cuatro. Se trata, sin lugar a dudas, de una gran noticia, que confirma la extraordinaria capacidad de recuperación económica del país, ya puesta de manifiesto en otras oportunidades.

Pero la pregunta sigue pendiente: ¿este sostenido crecimiento económico ha servido para bajar el desempleo, la pobreza y la desigualdad? El desempleo ha bajado algunos puntos; no así el subempleo, el trabajo en negro y la precariedad laboral. Y en cuanto a la pobreza y la desigualdad, se mantienen en los mismos niveles que después de la crisis de 2001-2002. Más aún: hay quienes sostienen que, por los efectos expansivos de esa crisis, la pobreza es mayor hoy que entonces.

Pero en lo que respecta a la desigualdad, habría que convenir en que la expresión "brecha entre ricos y pobres" puede prestarse a equívocos, porque los beneficiarios del crecimiento económico no son sólo los "ricos" en sentido estricto, es decir, la gente acaudalada, los grandes empresarios, banqueros, industriales y propietarios de tierras, sino también ese tercio de la sociedad que incluye a los trabajadores más calificados, a sectores de los empleados públicos, a la burocracia empresarial y a parte de los comerciantes y profesionales, como lo acaba de recordar Aldo Neri. Y ese tercio de la sociedad representa, en un país de 37 millones de habitantes, a unos 12 millones de argentinos, lo que no es poco.

Y ahí está la brecha: la que separa a esos 12 millones de los otros 25 millones, es decir, los dos tercios de la población que han quedado excluidos de los beneficios del crecimiento económico, buena parte de los cuales cayeron en la pobreza y hasta en la indigencia.

Y hay otra pregunta pendiente, que se añade a la anterior: si este modelo de crecimiento económico puede corregirse para reducir significativamente la desigualdad entre el tercio de los beneficiarios y los dos tercios de los excluidos o si es una característica pétrea e inmodificable del modelo. Michelle Bachelet tiene la palabra, pero Néstor Kirchner y Lula da Silva, también.

http://www.lanacion.com.ar/786817

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