lunes, noviembre 21, 2005

Guardafaunas de Entre Ríos

El comercio ilegal de flora y fauna es una de las principales causas de extinción de especies. Ante la falta de fuentes de trabajo y aprovechando las carencias de una parte importante de la población rural, acopiadores inescrupulosos incentivan la captura de individuos de especies que, por su rareza, tienen un mayor precio en este mercado delictivo.

En los últimos meses el comercio de fauna, que pensábamos tangencial en la agenda del mundo, ha cobrado una especial relevancia, ya que entre las medidas recomendadas sobre la gripe aviaria en numerosas naciones, incluyendo a la Argentina, se ha impulsado expresamente limitar o prohibir la exportación e importación de aves silvestres. Son varias las especies en nuestro país que sufren la presión de captura comercial. Entre ellas, figuran el tordo amarillo y los llamados capuchinos o paraguayitos, pájaros pequeños de hermosos colores, asociados a los transformados pastizales de nuestras pampas. Pese a esta situación, que, por ejemplo, ha llevado al tordo amarillo a un número poblacional estimado en menos de 7000 individuos en el mundo, existen intentos de la sociedad civil para revertir este proceso.

Es lo que ocurre con la Asociación de Guardafaunas de Gualeguaychú, en la provincia de Entre Ríos, que en pos de un profundo amor por la naturaleza pone en riesgo su vida por la defensa del patrimonio natural entrerriano. Ocurre que la zona es escenario habitual de capturas ilegales de fauna. Una interesante diversidad ornitológica, varios pasos fronterizos nacionales e internacionales y su proximidad a mercados de consumo y exportación favorecen estas actividades ilícitas. En los últimos años, este grupo de apoyo a la conservación ha organizado operativos de patrullaje y control de rutas y caminos vecinales.

Por ejemplo, en 2004 hicieron más de veinte operativos en los alrededores de Gualeguaychú y Perdices, que tuvieron como resultado la confiscación de más de veinticinco trampas y jaulas de transporte, el decomiso de unas 500 aves nativas (principalmente jilgueros, cardenales y reinamoras) y la incautación de quince capuchinos pertenecientes a tres especies amenazadas, utilizados como llamadores o señuelos.

Este accionar de los guardafaunas entrerrianos está acompañada de actividades de difusión y educación para generar una mayor conciencia entre la población local, apoyadas por acciones paralelas del Grupo de Fauna Silvestre de Aves Argentinas.

Las autoridades de la provincia de Entre Ríos que han manifestado su interés por los problemas ambientales locales, con motivo de la proyectada construcción de papeleras, deberán además incluir en su agenda otras asignaturas pendientes. Entre ellas se destacan la reglamentación de la ley provincial de áreas naturales protegidas y la salvaguardia de sitios de conservación valiosos tanto en el delta entrerriano como en la selva de Montiel.

Esta y otras provincias deberán, en el futuro, fortalecer a los grupos de guardafaunas voluntarios porque su accionar, además de contribuir al monitoreo de nuestros escenarios naturales, nos brinda una esperanza de cambio ante una sociedad que parece indiferente a los agudos problemas ambientales que enfrentamos a diario.

http://www.lanacion.com.ar/758122

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