La inteligencia como best seller
Una de las tradicionales críticas que recibía la ciencia local era que estaba encerrada en una torre de cristal y que su comunicación con el resto de la sociedad se veía obstaculizada no sólo por el desinterés de establecer una relación amigable, sino también por el apego a una jerga -la de cada una de sus disciplinas- completamente vedada a los no iniciados.
Pero -¡enhorabuena!- parece que todo eso está empezando a cambiar. Ya sea porque, a diferencia de lo que ocurría hace años, el Conicet respalda la comunicación de los logros de sus investigadores o porque, después de que algunos pioneros empezaran a romper el hielo, poco a poco comenzó a desvanecerse el pudor de "hablar en fácil" y el temor al "qué dirán". El hecho es que el año último las iniciativas para dar a conocer de qué diablos se habla entre las cuatro paredes de los laboratorios y centros de investigación lentamente comenzaron a florecer.
Seguramente, una parte sustancial del mérito de este cambio le cabe a la colección "Ciencia que ladra", dirigida por Diego Golombek -primero, desde la Universidad de Quilmes y luego desde la editorial Siglo XXI-, que desde 2002 lleva editados 15 libros escritos por investigadores argentinos con títulos tan atrayentes como "BÍO... ¿QU...? Biotecnología, el futuro llegó hace rato", de Alberto Díaz o "Plantas, bacterias, hongos, mi mujer, el cocinero y su amante", de Luis Wall.
Es, tal vez, la primera vez que un proyecto sostenido invita a nuestros científicos a ejercitar la pluma no para escribir un "paper" y conversar con sus colegas, sino un texto accesible y divertido destinado al resto de los mortales.
"Nació como un entretenimiento universitario -confiesa Golombek-. Primero los tenía que perseguir [a los investigadores] y ahora nos llegan propuestas todas las semanas." La serie ya tiene en carpeta cuatro nuevos títulos para este año: uno sobre la evolución, escrito por Susana Rossi y Luciano Levin; otro sobre mamíferos marinos, firmado por Luis Cappozzo, y otro sobre "Sexo, drogas, biología y un poco de rock and roll", por el propio Golombek. El cuarto todavía no está definido. "Tenemos unos diez libros pensados para los próximos dos años", detalla el científico y escritor.
Pero hay otros. Además de la editorial Iamiqué -alguna vez ya mencionada en este espacio-, con nueve libros escritos por Carla Baredes e Ileana Lotersztain, Eudeba se sumó al ruedo con la colección "¿Querés saber?", para chicos de siete u ocho años, cuyos primeros volúmenes se ocuparon de vitaminas, minerales, proteínas y grandes números.
"Tenemos que tener en cuenta ciertas reglas -dice Alejandro Gangui, autor, junto con Paula Bombara, de la segunda tetralogía de la serie sobre el espacio, las estrellas, el universo y el Big Bang-. Por ejemplo, que hay ciertas palabras que no podemos usar, o que en una misma página no puede haber dos razonamientos complejos."
Pero no sólo se multiplican las propuestas editoriales. También lo hace la oferta televisiva, algo inédito en el medio local. A "Científicos Industria Argentina", el programa de Adrián Paenza (, o "Matemática... ¿estás ahí?", el best seller de Adrián Paenza, que ya va por la 7a. edición y lleva vendidos nada menos que 20.000 ejemplares), se sumaría próximamente otra producción que hará foco en la ciencia aplicada a la vida cotidiana. "Serán situaciones de ficción en las que los problemas que aparezcan se resolverán con una explicación científica", cuenta Golombek, uno de los protagonistas del proyecto. Incluso se menciona que un canal internacional dedicado a la divulgación de la ciencia podría ofrecer nuevos programas producidos desde la Argentina.
Y están los ciclos de charlas, como los ofrecidos por la Sociedad Científica y el Centro Borges... Con suerte, 2005 fue el año que marcó el Big Bang de la comunicación científica local...
Por Nora Bär ciencia@lanacion.com.ar
http://www.lanacion.com.ar/778908
viernes, febrero 10, 2006
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