Recrear el hábito de la lectura
La comisión de educación de la Fundación El Libro formuló días atrás la convocatoria para el IX Congreso Internacional de Promoción de la Lectura, cuyo objetivo es promover la lectura en la familia, en instituciones privadas, bibliotecas, fundaciones, hospitales, asociaciones culturales y empresariales, deportivas y barriales, entre otras.
Por cierto, la iniciativa debe ser bienvenida toda vez que la lectura hoy se encuentra relegada por la creciente ola de imágenes y representación visual. En efecto, el impacto de la televisión y de la tecnología digital ha desplazado a la costumbre de leer de manera significativa, ya que constituyen medios técnicos de reproducción que, al final, facilitan de manera breve, rápida y objetiva el mensaje que se quiere transmitir .
Ello ha logrado que la población, en buena medida, no lea lo suficiente. Paulatinamente ha decaído el interés por los libros y por la lectura, permitiendo que se reduzcan los umbrales de la comprensión, de la crítica y de la autorreflexión de las personas. Su práctica debe ser una fuente de reflexión constante, de proyectada imaginación, de audaz crítica y de indescifrables aventuras.
La inteligencia se alimenta mediante el suministro constante del conocimiento, que es un espacio o lugar donde sólo se llega mediante el hábito y las prácticas de la lectura. En este sentido, es indudable el vertiginoso descenso cultural; en los alumnos y los estudiantes ha ido decreciendo el hábito de leer, mientras en las escuelas y en los colegios cada día son menos los libros utilizados por los alumnos.
Una de las quejas frecuentes de los docentes es que se está perdiendo el hábito de la lectura, y una de las causas principales es la falta de comprensión de lo que se lee. Si no hay un entendimiento de lo que está escrito, la persona pierde el interés por lo que está leyendo. La razón fundamental es el desconocimiento de palabras que hay en el texto, cuyo sentido la persona no conoce.
En nuestras actividades diarias no incluimos tiempo para leer lo suficiente, quizá porque no lo consideramos un buen medio de entrenamiento. Desde luego, la carencia de la costumbre de la lectura empobrece nuestro lenguaje, limita los recursos expresivos que requerimos a diario y generalmente debilita el entusiasmo que debemos imponer para entender la naturaleza de las cosas, participar de la vida social y hasta por explorar para definir qué es lo que uno quiere y puede llegar a ser.
Sin los libros y sin la lectura parece improbable imaginar cosas alternativas, objetivos y cambios; desaparece en nosotros un infinito de mundos posibles que nos ofrece la lectura. Indudablemente la mejor forma de inculcar a una persona el hábito de leer es desde que nace.
Sin embargo, hay adultos que conociendo sus beneficios desean iniciarse y formar este hábito en sus vidas. Para lograrlo sólo necesitan constancia y determinación. Una vez que se ejercita periódicamente, la costumbre de leer pasa a ser parte de la vida de las personas y se convierte en un hábito que, una vez experimentado, difícilmente se pueda abandonar.
Por ello, es alentadora la iniciativa de la Fundación El Libro, que merece ser acompañada para recuperar la costumbre de la lectura y se transmita a los niños la magia que esconde cada libro.
http://www.lanacion.com.ar/776661
miércoles, febrero 01, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario