miércoles, febrero 01, 2006

Un acuerdo sin precedente lleva la ciencia a la empresa

Se firma hoy entre la compañía siderúrgica TenarisSiderca y el Conicet

Federico Williams acaba de volver al país después de nueve años en Inglaterra, donde estudió e investigó en temas de vanguardia de la ciencia en el célebre King´s College, de Cambridge. Su especialidad: la fisicoquímica de superficies, una disciplina que ya está desarrollando coberturas con propiedades fantásticas que las hacen autorreparables, superhidrofóbicas (autolimpiantes), anticorrosivas y antimicrobianas.

Williams regresó para incorporarse al Conicet, pero -gracias a un acuerdo sin precedente que se firma hoy- su lugar de trabajo no se encontrará en un laboratorio universitario, sino en el Centro de Investigaciones Industriales de TenarisSiderca (CINI), empresa multinacional con sede en la Argentina que encabeza la producción mundial de chapa y tubos de acero con y sin costura.

"Con este convenio reconocemos al CINI un nivel de excelencia necesario para que puedan desempeñar allí su tarea nuestros investigadores -afirma Eduardo Charreau, presidente del Conicet-. La empresa se hará cargo de sus sueldos y del equipamiento que necesiten. Pero lo más importante es que los científicos que trabajen en el CINI serán evaluados por el Conicet y tendrán las puertas abiertas para volver cuando lo deseen."

"Este acuerdo fue muy discutido, hubo que vencer resistencias importantes, porque no es común -agrega Eduardo Dvorkin, director del CINI-. Su mayor trascendencia radica en que hay muchos investigadores que quisieran trabajar en la industria privada, pero se rehúsan a perder la posibilidad de pertenecer al Conicet. Cuando yo mismo retorné al país no era posible, tuve que optar. Creo que es un logro fundamental."

Los científicos que se incorporen a TenarisSiderca en virtud de esta alianza -como lo hace Williams y también Pablo Galliano- ofrecerán su valioso bagaje de conocimiento y creatividad para el aprovechamiento o la creación de oportunidades tecnológicas. Por su parte, la empresa no sólo pagará sus remuneraciones, el equipamiento y materiales necesarios para sus investigaciones, sino que también retribuirá al Conicet haciéndose cargo de cinco becas de doctorado anuales por cada investigador incorporado.

"Y serán para cualquier área de investigación, no sólo para las que tengan interés para nosotros", aclara Dvorkin.

Una doble apuesta

Para que este acuerdo se hiciera posible fueron necesarias varias apuestas. Una le cupo a la empresa, decidida a explorar terrenos alejados de su quehacer tradicional para diferenciarse de la competencia y a destinar a la investigación recursos sobre los que no tiene seguridad de que se transformen en ganancias.

Otra, a los investigadores, que deberán zanjar el "abismo" que separa el mundo de la investigación pura del de la producción. Como muestra de lo que la ciencia puede ofrecer a la empresa, Williams menciona algunas de las últimas maravillas con que experimenta la nanotecnología de superficies: "Están en desarrollo recubrimientos que rechazan bacterias que podrían usarse, por ejemplo, en heladeras, mesadas o frigoríficos, y vidrios autolimpiantes que podrían tener aplicación en anteojos y parabrisas -comenta-. Ya existen pinturas que descomponen moléculas tóxicas del medio ambiente. En Japón, las utilizan para reducir el smog".

Y enseguida se pregunta: "¿Qué hace un químico en una compañía que produce tubos y chapas de acero? La palabra clave es nanotecnología. Además de resolver los problemas diarios, investigaremos en aleaciones metálicas nanoestructuradas para generar superficies superduras, síntesis de nanopartículas fluorescentes para generar firmas ópticas y otras alternativas tecnológicas.

Pero igualmente importante será identificar qué tecnologías se necesitarán para estar en el horizonte de la ciencia y la tecnología de acá a diez años." Williams, que está dirigiendo la construcción y equipamiento de un nuevo laboratorio, tendrá a su cargo un grupo de nueve investigadores.

"En la Argentina necesitamos un cambio cultural -afirma Dvorkin-. La investigación puede o no dar un producto, pero siempre va a realizar un aporte. El conocimiento de las ventanas tecnológicas y la formación de personal es un capital valiosísimo para una empresa.

Por eso creo que éste es un gran paso adelante que podría reproducirse en otras compañías. Tenemos que reconocer el enorme potencial que existe en el sistema científico tecnológico nacional." Y agrega Charreau: "Este acuerdo es una señal de confianza en la ciencia local".

http://www.lanacion.com.ar/776673

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