Episcopado argentino: La Navidad, tiempo para deponer rencores
Mensaje al concluir la reunión de la Comisión permanente
BUENOS AIRES, jueves, 15 diciembre 2005 (ZENIT.org).-
La Navidad es un tiempo para deponer rencores, considera la Conferencia Episcopal Argentina en un mensaje difundido al concluir reunión de la Comisión Permanente. El texto, publicado este miércoles, afirma que el Niño Dios, «desde la expresiva ternura del pesebre nos llama a recibirlo y a hacer nuestro su mensaje de amor y esperanza». «El Hijo de Dios se hizo hombre para convertirnos a todos en hijos de Dios, afianzando así nuestra condición de hermanos, que nos lleva a superar toda división y enfrentamiento», recuerda la Conferencia Episcopal, cuyo presidente es el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires.«En la dulce mirada del Niño de Belén encontraremos la fortaleza para deponer rencores y resentimientos y una luz para recorrer un camino nuevo, trabajando por la reconciliación y el encuentro de todos los argentinos», explican los prelados.
Según la nota, la Navidad es un «llamado a valorar la bondad que Dios sembró en cada uno de nosotros, en las diversas comunidades y en los grupos que componen nuestra sociedad para que, en un clima de real libertad y diálogo sincero, podamos reafirmar los valores que han definido nuestra identidad cultural preservándola de concepciones que puedan dañarla». «Es también un llamado a renovar nuestra actitud de servicio, para que todos los argentinos nos sintamos protagonistas en la construcción de una Patria de hermanos», insisten los prelados.«Es nuestro deseo --reconocen-- que así como el Hijo de Dios al hacerse hombre se constituyó en signo de esperanza para la humanidad, en esta Navidad cada uno de nosotros podamos convertirnos en hombres y mujeres capaces de transformar a nuestro país en una tierra donde reinen la verdad y la justicia, la libertad y la paz, la solidaridad y la esperanza».
Por este motivo, insisten los obispos, «recibir hoy a Jesús nos debe llevar a comprometernos más intensamente con nuestros hermanos más pobres y excluidos. Ellos, no lo olvidemos, son los preferidos del Señor».«María, nuestra Madre, quien en Belén presentó a su Hijo como Salvador de la humanidad, interceda por nosotros para que aceptemos en nuestro corazón y en nuestras vidas la gracia de Navidad», concluye el mensaje.
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viernes, diciembre 16, 2005
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