martes, diciembre 27, 2005

Proponen rediseñar los calefactores para ahorrar energía

Se podría alcanzar una eficiencia del 90%

- Los que se fabrican actualmente impiden el flujo de gran parte de la radiación
- Una alternativa técnica permitiría mejorar la convección natural y la aerodinamia

Especializado en diseños avanzados y evaluaciones económicas, Luis Juanicó, doctor en ingeniería nuclear e investigador del Centro Atómico Bariloche, encuentra obvio lo que a muchos se nos escapa: los calefactores de tiro balanceado que se fabrican en la actualidad son menos eficientes de lo que podrían ser.

El dato sería irrelevante si no fuera porque en todo el mundo -y especialmente en el país- la energía es un recurso escaso y uno de los temas candentes del momento. Juanicó asegura que si se diseñaran calefactores que respetaran los principios físicos de radiación y aerotermodinamia, se podría ahorrar un significativo caudal de gas que luego podría distribuirse entre usuarios industriales. "No sólo nos permitiría ahorrar energía, que necesitamos, sino también cuidar el medio ambiente", asegura, desde su oficina en el CAB.

Aunque 2005 arroja un saldo más que favorable para su carrera (este año recibió tres importantes premios a su tarea científica y su espíritu innovador: el Jorge Sabato, de la Sociedad Argentina de Materiales, por desarrollar un calefactor superficial que simula la potencia nuclear en barras combustibles; el Premio al Joven Científico Bernardo Houssay en la categoría desarrollos tecnológicos, que entrega la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, y el Premio al Joven Investigador de América latina y el Caribe, que otorga la Academia de Ciencias del Tercer Mundo), el científico del Conicet afirma que para que el balance sea realmente positivo tiene que poder realizar los dos proyectos que lo desvelan: diseñar un calefactor y un termogenerador de mayor eficiencia térmica que los actuales.

Nacido en Montevideo, Juanicó se radicó en Bariloche desde que en 1987 ganó una beca para estudiar en el Instituto Balseiro. Allí hizo su doctorado en energía nuclear, conoció a su mujer -"iba a bailar a una discoteca universitaria que teníamos; se llamaba El Electrón y yo era el disc-jockey", recuerda- y allí nacieron sus hijos, de once, nueve y dos años.

Con un entusiasmo arrasador, asegura que sus proyectos no son difíciles de concretar, siempre que se logre la financiación necesaria. Y, para alejar todo tipo de dudas, detalla su amplia experiencia en la materia. "En este momento se está construyendo la primera planta industrial del mundo con una tecnología innovadora de purificación del petróleo que permite eliminar contaminantes pesados desde el momento mismo en que se lo extrae del pozo -afirma-. Yo fui el jefe técnico del proyecto. La planta requirió una inversión de 15 millones de dólares, pero calculamos que en un año se recuperará la inversión y, además, tenemos la posibilidad de vender la tecnología a otros países."

Y más adelante agrega: "Soy titular de una patente por el diseño de una tecnología innovadora para el enriquecimiento de uranio, y de otra para un nuevo tipo de combustible para reactores de potencia que podrá usarse en ambas centrales argentinas, tanto en Atucha como en Embalse".

Para él, no hay duda de que el diseño actual de los calefactores es muy pobre. "Por ejemplo -explica-, en muchos se utiliza un vidrio frontal, aunque es sabido que este material es «opaco» a longitudes de onda infrarrojas, por lo que no deja fluir la radiación térmica. Por otro lado, la pintura de aluminio que tapiza las cámaras de combustión también refleja el calor hacia adentro. Todo eso podría mejorarse, aumentando la transferencia de calor por radiación y por convección sin un sobrecosto apreciable."

Los termogeneradores, por su parte, son la fuente de electricidad más cara del planeta. Un kilovatio producido por estos aparatos cuesta 100.000 dólares. Pero tienen una virtud: no utilizan partes móviles y son muy confiables, por eso se los utiliza para la protección catódica de los oleoductos y gasoductos (inyectan una corriente en los caños para que no se oxiden) en lugares muy alejados de los centros urbanos, donde no hay seres humanos que vigilen las instalaciones. La Argentina importa un millón de dólares anuales en estos equipos y posee 438 unidades de entre 50 y 500 watts, por valor de 15.000.000 de dólares. Juanicó afirma que se podría sustituir la tecnología importada por una alternativa nacional a la mitad del costo. "Tenemos ante nosotros una ventana de oportunidad tecnológica", asegura.

http://www.lanacion.com.ar/767838

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